Macareno

La mascota de este Blog se llama Macareno, es un toro cuatreño, negro zaino, alto de agujas, enmorrillado y cuando está contento cornalón, gacho cuando está triste, bravo de raza y de genio, lo recogí cuando apenas tenía dos meses, Macareno es noble, algo bruto, a veces se enfada sin razón y otras acepta de buen grado lo inaceptable, se ha criado en la dehesa de este blog, a veces olvidado por su dueño, otras hundido en el anonimato y las más escondido para no molestar.

Es bronco de embestida, noble de mirada, cualquiera diría que es absolutamente implacable con su contrincante pero siempre le da salida, en el fondo más que Macareno parece Platero, no es muy peludo pero es suave y con quien tiene debilidad, cosa que ocurre excepcionalmente, hasta puede ser tierno, hay quien dice que lo vio emocionarse y hasta llorar, no le tiene miedo al futuro ni añora el pasado, la plaza para él, que es como decir la vida, no es más que el paso obligado para su especie, ni la odia, ni la esquiva, la respeta, porque sabe que allí dará sus últimas embestidas.

Macareno tiene amores con una leona africana, guapa, de larga melena y pico de viuda, huidiza, contradictoria, divertida, a veces incoherente, con frecuencia triste, de vez en cuando melancólica y siempre entrañable y cansada, él jamás cuenta si es correspondido por Macarena, que así se llama la leona, cuando se le nombra sonríe y se transforma en cornialto, reacción que le delata.

A veces Macareno da terribles mugidos de lamento amoroso, es de suponer que son el producto de algún enfado con ella o, con perdón, de algún ataque de cuernos (que a juzgar por su testud son absolutamente justificados), cuando esto ocurre, vaga incansable por los posts de este blog, meditabundo, nostálgico, bebedor, ateo, marxista mohoso, amigo de la noche, tunante, taimado, colega de presidiarios, embaucador, truhán, trilero, charlatan, belitre, camandulero, quincallero, seductor, crápula empedernido y obligado, camastrón, retrechero, granuja, zalamero, charrán, guripa, socarrón, solitario sin vocación y cuando puede generoso y comprensivo, intenta sobrevivir comiendo letras y frases que escatológicamente me devuelve entre divertido y socarrón mientras con espasmódicos movimientos del rabo intenta, sin conseguirlo, evitar a sus inseparables amigas que, a modo de almas gemelas, se empeñan en acompañarle eternamente siempre en este su viaje a ninguna parte desde ningún lugar.