El Islám, que fue espadas
que desolaron el poniente y la aurora
y estrépitos de ejércitos en la tierra
y una revelación y una disciplina
y la aniquilación de los ídolos
y la conversión de todas las cosas
y la rosa y el vino de sufie
y la rimada prosa alcoránica
y ríos que repiten alminares
y el idioma infinito de la arena
y ese otro idioma, el álgebra
que desolaron el poniente y la aurora
y estrépitos de ejércitos en la tierra
y una revelación y una disciplina
y la aniquilación de los ídolos
y la conversión de todas las cosas
y la rosa y el vino de sufie
y la rimada prosa alcoránica
y ríos que repiten alminares
y el idioma infinito de la arena
y ese otro idioma, el álgebra
y ese largo jardín, las mil y una noches
y hombres que comentaron a Aristóteles
y dinastías que son ahora nombres del polvo
y Tamerlán y Omar, que destruyeron
es aquí, en Ronda
en la delicada penumbra de la ceguera
un cóncavo silencio de patios
un ocio del jazmín
y un tenue rumor de agua, que conjuraba memorias de desiertos
y hombres que comentaron a Aristóteles
y dinastías que son ahora nombres del polvo
y Tamerlán y Omar, que destruyeron
es aquí, en Ronda
en la delicada penumbra de la ceguera
un cóncavo silencio de patios
un ocio del jazmín
y un tenue rumor de agua, que conjuraba memorias de desiertos
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